Septiembre luctuoso y un aerosecuestro de risa

“En ese preciso momento me vino a la mente la posibilidad de que este acto podría tener alguna relación con la guerra contra el narcotráfico, como forma de presión al gobierno, al puro estilo de los carteles colombianos en los años ochenta y noventa”.

Por: Gabriel Infante Carrillo
Columnista

En años recientes, el mes patrio, parece haberse convertido en el mes de las tragedias. El sábado próximo se cumple el vigésimo cuarto aniversario del terremoto de 8,1 grados en la escala de ritcher y que dejo devastada la Ciudad de México y un sinnúmero de muertos, y el martes 15, noche del grito de la independencia, se conmemora el primer aniversario del ataque narco-terrorista en el Zócalo de la ciudad de Morelia, cuando dos individuos lanzaron en plenos festejos y en una plaza repleta, dos granadas de fragmentación dejando una decena de muertos y un centenar de heridos. Además en las últimas semanas las intensas lluvias han dejado familias damnificadas y víctimas mortales en zonas conurbanas de la Ciudad de México.

El pasado miércoles, por unos instantes, pareciera que estábamos ante otra posible tragedia, cuando las cadenas de televisión nacional e internacional interrumpieron su programación regular y en su lugar apareció la imagen de un avión de Aeroméxico parada en medio de una de las pistas del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, mientras que los comentaristas señalaban que el avión estaba secuestrado con la amenaza de hacer estallar un artefacto explosivo si no hablaban con el presidente Felipe Calderón. En ese preciso momento me vino a la mente la posibilidad de que este acto podría tener alguna relación con la guerra contra el narcotráfico, como forma de presión al gobierno, al puro estilo de los carteles colombianos en los años ochenta y noventa. A medida que avanzaba la “crisis” se tornaba cada vez más inverosímil, no tanto por la información que circulaban en varios medios de comunicación y agencias informativas, que en su mayoría eran versiones extra oficiales, sino lo que pudimos apreciar a través de las imágenes en directo difundidas en la televisión. Todos nos preguntábamos ¿cómo era posible que los secuestradores liberen a los pasajeros, la tripulación y rendirse sin haber puesto ningún tipo de resistencia? Nuestras dudas fueron aclaradas al filo de las cinco de la tarde en una conferencia de prensa encabezada por el Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna a darnos cuenta de los hechos, que más bien pareció a una trama de una comedia de acción al puro estilo hollywoodense.

Tan increíble que parezca, un solo hombre de nombre José Omar Flores Pereira de 44 años de nacionalidad boliviana, y que dice ser pastor evangélico, logró secuestra un avión comercial y activar un operativo federal con tan solo una Biblia en mano y dos latas de jugo de naranjas enrollando con cinta canela y unos focos rojos simulando que era un artefacto explosivo, pero lo más increíble de todo, es que secuestro el avión para llamar la atención y poder alertarle al presidente Calderón que se avecina un gran terremoto ocasionando un desastre natural de gran magnitud en la Ciudad de México, según una revelación divina relacionada con la fecha.

No cabe la menor duda que Josmar, como algunos medios de comunicación le dicen, jamás representó ser un verdadero peligro, incluso los pasajeros ni enterados estaban de lo que ocurría. Algunos narraban de lo más tranquilo a los medios de comunicación lo que atestiguaron, y una incluso narró su experiencia con tal picardía esa misma noche en el estudio de Milenio Televisión en el noticiero estelar con el periodista Ciro Gómez Leyva. Sin embargo, hay algo que me inquieta de todo esto, aunque debo reconocer que la actuación de la Policía Federal fue buena, pero una vez más, el Presidente Calderón con sus declaraciones triunfalistas, quiso hacer creer que estábamos ante una amenaza terrorista de tipo ETA o Al Queda. Lo que debemos preguntarnos es ¿México esta preparado para enfrentar una verdadera amenaza terrorista?

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