El servicio público: Demandante y agotador

"El servicio público como tal no se detiene nunca, ciertos servidores, no pocos, deben estar disponibles a las 22:00 horas de cualquier sábado como a las 16:00 de un día domingo"

Carlos Infante López
Colaborador invitado

El servicio público es toda una experiencia, para aquellos que no tenemos antecedentes laborales del mundo burocrático, las sorpresas son constantes, sorprendentes. Algunas estimulan, otras paralizan pero lo cierto es que todo el entorno es un continuo aprendizaje con resultados satisfactorios, no muy a menudo, y frustraciones más frecuentes.

El servicio público como tal no se detiene nunca, ciertos servidores, no pocos, deben estar disponibles a las 22:00 horas de cualquier sábado como a las 16:00 de un día domingo. Las jornadas suelen ser de medio día, de 9:00 a 21:00, por lo menos. Los recursos en la burocracia media alta y alta son limitados, escasos, de pobre calidad, además muchos funcionarios dependen de personal sindicalizado que gozan de horarios cortos y, en muchos casos, con poca disposición para el trabajo porque su plaza está casi garantizada al 100%.

El tiempo, en mi caso, me dará una visión más objetiva de mi paso por el servicio público, fueron 8 meses intensos, agotadores, extenuantes, pero estimulantes al haber obtenido una experiencia de lo mucho bueno que el servicio público significa, y de lo malo que como en cualquier actividad humana es inherente a la misma. Nunca hay conclusiones definitivas, salvo la muerte, pero un legado que comparto, más allá de buenas o malas razones, es que el servidor público actúa con mucho miedo y desconfianza, las redes de poder y complicidad son necesarias para sobrevivir los avatares de las diversas responsabilidades para cuando la rueda de la fortuna sea adversa y el viento sople en contra.

Imagen: Matt Groeing

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