El deporte como reflejo de un país.

Por: Carlos Infante López
Colaborador

"Lanzo la hipótesis de que la falta de cohesión, falta de espíritu de equipo, que experimentamos en los juegos de conjunto es un reflejo de la falta de acuerdos, de la polarización que hemos vivido por años en la sociedad mexicana".

Dentro de las múltiples opciones que distintos gobiernos tienen para legitimar su poder, reforzar su acceso al poder, distraer a la población de problemas de mayor trascendencia está el deporte, sobre todo el de aficionados. Hay que recordar los resultados deportivos de la República Democrática Alemana. Sus nadadoras eran la élite en las competencias olímpicas y mundiales. Una de ellas, Marita Koch, impuso records que 30 años después siguen vigentes. La caída del muro de Berlín, el término de la guerra fría provoco, entre muchos otros eventos, que el mundo conociera las prácticas ilegales del sistema deportivo de la ex Alemania del Este. Los gobiernos apoyan a sus deportistas para que sean ejemplos de un sistema político, Cuba es otro ejemplo de cómo los gobernantes utilizan a sus jóvenes generaciones como medio de propaganda de los “éxitos” de su gestión política, económica y social.

En el caso mexicano, el gobierno no tiene al deporte amateur como medio propagandístico para realzar logros de otra índole. A pesar de presupuestos con fondos públicos, apoyo de la iniciativa privada, la mediocridad permea las actividades deportivas, salvo el caso excepcional de la golfista Lorena Ochoa, no hay deportistas que sobresalgan en el mundo de las competencias internacionales. El caso mexicano es digno de análisis porque a nivel individual los atletas destacados no los tenemos, peor aún en las actividades de conjunto como futbol, basquetbol, volley ball y muchos más, el desempeño es mediocre en grado extremo. Lanzo la hipótesis de que la falta de cohesión, falta de espíritu de equipo, que experimentamos en los juegos de conjunto es un reflejo de la falta de acuerdos, de la polarización que hemos vivido por años en la sociedad mexicana. Trabajar en equipo, lograr metas comunes son temas alejados de la psique mexicana, “más vale solo que mal acompañado” sería una respuesta racional ante la falta de habilidad para lograr consensos y alcanzar acuerdos entre puntos de vista antagónicos e inclusive enfrentados.

No hay presupuesto que alcance, ni políticas deportivas de alto aliento mientras la actitud del mexicano se refleje en la vieja explicación, “que se haga la voluntad de Dios pero en los gueyes de mi compadre”-

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