México, un país orwelliano.
Por: Carlos Infante
Colaborador

Cuando en el 2000 ganó la presidencia Vicente Fox, se nos había prometido un gobierno del cambio. Con esto esperábamos algo diferente, pero el único cambio que obtuvimos fue de partido, ya que los viejos vicios de la política mexicana aún continúan. Marta Sagún y sus hijos son un claro ejemplo de esto, aunque también demuestran otro tipo de cambio. En el régimen priista la corrupción, el lavado de dinero y en general toda mala conducta de los funcionarios públicos en todos los niveles eran llevados con discreción y en general demostraban que llevaron las prácticas corruptas a un nivel que puede considerarse como un arte. El gobierno panista actual y el anterior tratan de imitar al PRI para continuar en el poder y obtener los beneficios del poder, pero, como mencioné anteriormente, estas prácticas han cambiado o más bien la ejecución. La ex primera dama nos mostró que los panistas son torpes y todos sus intentos para imitar al PRI son pésimos. En primer lugar no son discretos y cualquier acto de corrupción sale a la luz pública bastante rápido y en segundo lugar, debido a que hoy en día se ha ido creando un ambiente de mayor transparencia informativa, exigiéndole al funcionario público que presente cuentas claras y el actuar de estos es vigilado con mayor fuerza.
Lo anterior no quiere decir que el funcionario público se salga con la suya, ya que existe la impunidad. El funcionario que tiene cierto nivel de poder o pertenece a grupos de poder puede sentirse protegido de la persecución de la justicia y de obtener el castigo que se merecen.
El tan sonado caso del Secretario de Gobernación, el nacionalizado, Juan Camilo Mouriño me recordó en la novela “Rebelión en la granja” del escritor inglés George Orwell. Mouriño es otro ejemplo de la torpeza panista, ya que el admitió haber firmado los contratos con PEMEX cuando era funcionario público, diciendo que los contratos son legales y que él no actuó de manera ilegal. La revista Proceso, en un artículo títulado “Los delitos y la confesión”, publicado el 9 de marzo de 2008, señala todas las leyes que rompió y me hace pensar que es más criminal que un delincuente común. ¿Qué tiene que ver esto con Orwell? Es simple, la Constitución señala que todos, hombres y mujeres, somos iguales y tenemos las mismas garantías individuales y las mismas delimitaciones legales, pero, esto no es cierto. Orwell señala en su novela “Rebelión en la granja” que cuando los animales se adueñaron de la granja una de las primeras reglas era que: “Todos los animales eran iguales”. Lo anterior no duro mucho, ya que al poco tiempo los iniciadores de la revuelta animal, los cerdos, empezaron a obtener más poder y privilegios que el resto de los animales y un día misteriosamente la regla, que se encontraba escrita en una pared, cambio. Ahora decía que: “Todos los animales eran iguales, pero había animales que eran más iguales que otros”. Suena familiar ¿no?, ya que nuestros políticos tienen mayores ventajas y privilegios que el resto de nosotros. Ellos pueden hacer lo que se les dé la gana y no pasa nada, pero cualquier otra persona puede ser arrestada y encarcelada.
Orwell señala al final de la novela, cuando los cerdos se asocian con los humanos, sus tan odiados enemigos, resultó que no había mucha diferencia entre ellos.

“Las voces gritaban enfurecidas, sonando de manera similar. No cabía duda alguna de la transformación en la cara de los cerdos. Los animales, atravesados por el asombro, pasearon su mirada del cerdo al hombre, y nuevamente del hombre al cerdo, una y otra vez, pero les fue imposible hallar diferencia alguna entre uno y otro”.

Rebelión en la Granja
George Orwell

Este texto me lleva al primer párrafo de esta columna, cambio el partido, pero no las prácticas políticas. Entre el PRI, PAN e incluso el PRD no hay diferencia alguna. Actúan de la misma forma, aunque tengan ciertas diferencias ideológicas. Votemos por quien votemos, estoy seguro que ningún partido político nos dé un gobierno diferente y más justo. El régimen priista hizo posible que los políticos y funcionarios públicos obtuvieran los privilegios que ahora gozan y no harían nada por perderlos.
Finalmente quisiera señalar que la novela “Rebelión en la granja” de George Orwell es una sátira del régimen soviético, y que sin duda alguna podemos encontrarle similitudes de nuestra realidad política.

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