GRADO 8 DE SOLIDARIDAD
Por: Yago Martínez
Colaborador en Perú
En la vida de todo escritor pasa la vez en que tiene muchas cosas por decir y no encuentra las palabras para describirlas. A veces porque no tiene almacenadas muchas palabras en el cerebro, pero otras veces simplemente porque no existen. Pareciera que el hombre quiere ignorar lo propenso que es a la furia de la suerte, la desgracia y la naturaleza, y simplemente evita pensar en ello; descartando estas sensaciones a la hora de bautizar su ambiente.
En mis 19 años he sido testigo de tres terremotos en el Perú, siempre al margen de mi vida y de mi entorno, alejado de las personas afectadas e involucrándome simplemente como un colaborador más. Sin ambargo, en el último siniestro que me tocó vivir, las cosas fueron diferentes. Mi vida, mi familia y mis recuerdos se derrumbaron como se derrumba un castillo de naipes a la hora de soplar, pensando que solo en una pesadilla puede ser castigada de manera feroz una tierra que alberga riquezas naturales y culturales.
Impotencia y dolor fueron las primeras palabras que pude recordar luego del trance que viví por el suceso. Escuchar a mi abuela que se tropezó con un muerto en la puerta de su casa, o a mi tía que se quedó sin su auto, o a mi amigo que se quedó en escombros, o a las noticias que aumentaban las cifras de los muertos hicieron surreal el ambiente y generaron en mí la reacción del rechazo a los hechos. La falta de agua y luz, el terror de los saqueos, las amenazas de robos y los traumas de nuevas réplicas con el pasar de las horas se volvieron una rutina en Chincha, Pisco e Ica.
Atrás quedaron las estructuras de la capital del arte negro y debajo de los escombros también han quedado los sueños, esfuerzos y metas de los chinchanos e iqueños que han perdido todo y a todos. Paracas, patrimonio cultural, hoy sufre el golpe más fuerte y bajo de la naturaleza, del egoismo y de la violencia que genera el terror. Sin embargo, pese a un futuro gris que se asoma para los sureños, existe también el apoyo de la gente. La fe y las ganas de seguir adelante, la oportunidad de mejorar y cambiar el entorno parecen iluminar las ahora oscuras ciudades del sur.
Pasarán meses para que el caluroso sol iqueño ilumine una ciudad reconstruida, para que cielo azul chinchano albergue a una cultura levantada, para que el patrimonio de Paracas esté abierto a nuevo visitantes, para que estemos curados y limpios de esta fuerte situación. No obstante, los sureños tenemos fe que el tiempo de recuperación puede acortarse con la solidaridad de la gente. Gente que además de sencibilizarse, obviaron las palabras y formalidades absurdas y apoyaron de manera directa y efectiva.
Tengo la confianza que si esta gente y pueblos son perseverantes en su ayuda, el sur peruano tendrá una alternativa de resurgimiento. Por ahora, como chinchano nativo solo me queda dar las gracias a los pueblos solidarios que se identificaron con nosotros y apoyaron de una forma que superaron las espectativas. Las palabras una vez más se acortan y las emociones se agrandan. El corazón se me ensancha y los ojos se me humedecen, y en medio de la nada y del silencio solo puede salir una frase, una simple frase ¡Muchas gracias de corazón!
Pdta: Un agradecimiento muy especial al pueblo mexicano por su identificación, cooperación, solidaridad, eficacia y rápidez en la ayuda brindada a la gente del sur peruano. A todos ustdes MUCHAS GRACIAS
AYUDA A LOS DAMNIFICADOS
Lleve viveres a la Embajada de Perú, ubicada en Paseo la Reforma #2601
De lunes a domingo de 9:00 a 16:30 hrs.
APORTACIONES ECONÓMICA
HSBC Consulado del Perú sismo 2007 (4035703099) y otra en Banco Azteca
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